Las voces de las mujeres afectadas por el implante anticonceptivo Essure se han alzado aquí y allá en todo el planeta. En EE UU, en Australia, en Países Bajos, en Francia… Les colocaron en sus trompas de Falopio ese dispositivo comercializado por el gigante alemán Bayer y coinciden al describir el destrozo físico y mental que soportan desde entonces. Fue retirado del mercado en España en 2017, pero la justicia se resiste a reconocer que causase daños. La asociación que agrupa a las perjudicadas en Galicia ha llevado a los tribunales al servicio de salud de la Xunta porque les vendió el artilugio como una “maravilla”. Ellas, al igual que relatan otras afectadas de distintos países, arrastran fuertes dolores, fatiga, sangrados, sensibilidad química, alergias, alopecia e hiperlaxitud en sus ligamentos. Las hay que perdieron el útero y las trompas cuando se les extrajo de sus cuerpos. La Administración no admite culpa alguna. La compañía, tampoco.En los seis juicios celebrados entre febrero y abril, la defensa de la Consellería de Sanidade ha negado que las dolencias en las que coinciden las demandantes tengan que ver con la colocación o retirada del Essure. Sostiene que recibieron la información médica adecuada cuando aceptaron implantárselo y, según relatan ellas con indignación, hasta las han acusado de buscar dinero. De la Administración sanitaria han recibido “un trato deshumanizado”, resume Sabela Landín, presidenta de la Asociación de Afectadas polo Essure de Galicia. Ellas se han presentado ante los jueces con informes médicos, peritajes ginecólogicos y 56 artículos científicos recopilados en los últimos seis años. Tardaron mucho en encontrar un bufete de abogados dispuesto a dar la batalla. Son conscientes de a quien se enfrentan. En Estados Unidos, fue la célebre abogada ambiental y por los derechos civiles Erin Brockovich la que logró torcerle el brazo a la multinacional alemana para que dejase de vender el Essure.En 15 años, se calcula que el Essure fue implantado en las trompas de Falopio de 1.600 mujeres en Galicia, 80.000 en España y 800.000 en el mundo. Bayer niega que sea un dispositivo pernicioso para la salud. Alega que lo retiró solo porque dejó de ser rentable. Las afectadas gallegas sostienen que los daños en sus cuerpos se pueden rastrear en sus historiales médicos desde pocos meses después de que fuera introducido en sus entrañas. Pero lamentan que el Servizo Galego de Saúde (Sergas) no lo haga y no se ponga de su lado. “Fue un despropósito, pero la Xunta defiende el Essure porque Bayer manda”, denuncia Landín sobre las relaciones mercantiles entre la sanidad pública y la multinacional. Los testimonios se repiten en Murcia, Valencia o Vigo. Esta especie de muelles, que desataban en las trompas de Falopio una reacción de cuerpo extraño que las taponaba, se les vendieron a las mujeres como un dechado de ventajas frente a la ligadura. No precisaba baja laboral. No provocaba efectos secundarios. Y, aunque no se les decía, suponía un ahorro en hospitalizaciones y quirófanos para los gestores de las arcas sanitarias.A Landín le recomendaron este producto de Bayer en el centro de planificación familiar de Coia, en Vigo. No le entregaron ninguna información del Sergas, sino un folleto de la multinacional. “Después te metían en una sala con otras 40 mujeres y te ponían un vídeo de lo maravilloso que era. Que no dolía, que no tenía efectos secundarios. En el juicio dijeron que nos informaron de todos los métodos anticonceptivos, pero no es verdad”, señala, arropada por otras cinco afectadas que le dan la razón con la cabeza. A Dámaris Mallo se lo aconsejó una matrona de un centro de salud de Ribeira y a María Isabel Arestín, su ginecólogo de la pública en este mismo municipio. A Eva Losada, en el centro de planificación familiar de Ferrol. A Mónica Somoza, también en el centro de planificación del barrio vigués de Coia. A Loli Fernández se lo implantaron en mayo de 2017, tres meses antes de ser retirado por la Agencia Española de Medicamentos. Atendió la indicación de una ginecóloga del Sergas en Ferrol: “Era una profesional y me fie de su criterio. Me dijo que era mejor para mí porque tengo un problema de coagulación y así no entraba en quirófano”. A ninguna de ellas les advirtieron de que si daba problemas y tenía que ser extirpado, podían perder el útero y las trompas de Falopio. “En el juicio, el Sergas alega que no teníamos por qué saberlo, que la literatura científica es muy compleja y, claro, nosotras, como simples mujeres, no lo hubiéramos entendido…”, ironiza Landín.El Essure suponía una esterilización definitiva. “Iba a estar en nuestro cuerpo toda la vida, pero nos trataron como cobayas porque [antes de salir al mercado] no fue sometido a las pruebas necesarias para eso”, afirma Landín. Las afectadas relatan que a ellas tampoco les hicieron tests para asegurarse de que era el método adecuado. No se comprobó si tenían alergia a los metales que lo componen (al níquel, por ejemplo). A algunas les hicieron una prueba para garantizar que las trompas de Falopio se habían taponado y a otras, no. En España, se implantaron dispositivos con distintas composiciones, pero esa información ni siquiera consta en todos los historiales. “Nosotras tenemos a cuatro mujeres que no saben el código [de identificación]porque no viene en su historial o porque pone erróneamente que lo que tenían era un DIU”, apunta Landín.La sanidad gallega cuenta desde 2018 con un protocolo para extraer el Essure con todas las garantías para las afectadas, pero la asociación que las agrupa asegura que no se cumple. Eva Losada cuenta que la dejaron sin trompas, sin útero y hasta sin cuello de útero porque no se lo aplicaron y “lo arrastraron hacia abajo”. Y hay un centímetros del dispositivo que “no aparece”. A Loli Fernández la tuvieron que intervenir dos veces para quitárselo porque en la primera le quedaron restos. Aseguran que conocen mujeres a las que encontraron restos del Essure “en el corazón, en los pulmones, en el estómago y hasta en un omóplato”. El Sergas no responde si ha detectado errores en la aplicación de este protocolo de retirada y se limita a apuntar que es “de acceso público” y “conocido en todas las áreas sanitarias por los servicios de ginecología”. Resalta que Galicia fue una de las primeras comunidades en contar con él después de “varios meses” de trabajo. Según sus datos, desde 2020 se retiraron 89 dispositivos. La asociación de afectadas asegura que las primeras extracciones son de 2011 porque entonces, subrayan, ya surgieron complicaciones.Un total de 906 afectadas han contactado con la asociación gallega. Los relatos se repiten: dolores y efectos físicos a los que no veían sentido; peregrinaciones de especialista en especialista; escenas de incomprensión e incluso desprecio en las consultas médicas. La entidad las ha informado, ha buceado en sus historiales médicos y a 400 de ellas les ha aconsejado interponer una demanda porque ve “clara” la falta de consentimiento informado y la relación entre sus dolencias y el Essure. Desde que empezaron los juicios, no cesan las llamadas.“Se ocultaron los posibles efectos adversos”La batalla judicial contra el Essure se ha saldado en España de momento sin grandes victorias para las mujeres. La sanidad valenciana fue condenada en noviembre pasado por la falta de consentimiento informado. La paciente fue indemnizada con 12.000 euros después de perder el útero y las trompas de Falopio. Al servicio gallego de salud le acaba de caer una sentencia condenatoria del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia por colocárselo a una mujer sin haberla informado por escrito de los riesgos (la paciente acabó perdiendo las trompas y recibirá 15.000 euros). Según la Consellería de Sanidade, es su única condena en las 38 demandas recibidas desde 2019: 22 fueron desestimadas, 4 se archivaron por renuncia de las demandantes, y 11 están pendientes de fallo. Bayer, que defiende “la seguridad y eficacia” del Essure y aduce que “está respaldada por un sólido conjunto de datos de estudios científicos”, evita aclarar si ha encajado alguna condena en España y refiere solo que ha obtenido más de 20 sentencias favorables en el “pequeño número de reclamaciones” que ha recibido.“En ninguna comunidad autónoma que yo conozca se hizo un formulario de consentimiento informado adecuado que recogiese todos los problemas que podía traer el Essure”, afirma Noemí Nanut, la abogada que, junto a su compañero de despacho Paulo López-Alcázar, logró la condena a la Generalitat valenciana y que ha llevado varios casos. Pese a que existía un dossier para las pacientes que recogía estos riesgos, al que ha tenido acceso este periódico, los servicios sanitarios no se lo entregaban a las afectadas, que sí recibían “folletos amigables” con lenguaje publicitario. “Se ocultaron los posibles efectos adversos con el fin de incrementar las ventas. Y la sanidad pública no hizo su trabajo”, sostiene Nanut.Las afectadas gallegas por el Essure piden que se cree una unidad especializada en la sanidad pública con especialistas en medicina interna, ginecología, urología, reumatología o aparato digestivo. En el plano judicial, no descartan ninguna vía para continuar la lucha. “Ahora vamos contra la Consellería de Sanidade pero no descartamos un procedimiento civil contra Bayer o uno penal contra Bayer y el Sergas, incluso contra los médicos”, advierte Landín. “Los culpables son todos los que tuvieron capacidad de actuar y no lo hicieron” porque dejaron que la sanidad fuese una fuente de negocio, añade, incluido el Ministerio de Sanidad.La portavoz de las afectadas por el Essure defiende que “la medicina de las mujeres hay que reescribirla”: “Nuestros cuerpos nunca han importado”. Y pone un ejemplo: la investigación de la píldora anticonceptiva para hombres se ha prolongado durante más de una década con el objetivo irrenunciable de que ellos no tengan que soportar efectos secundarios.

Mujeres enfermas contra el negocio sanitario: “La Xunta defiende el Essure porque Bayer manda” | Noticias de Galicia
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