El primer Papa americano. La coletilla acompañó a Francisco desde el 13 de marzo de 2013, cuando el argentino Jorge Mario Bergoglio se asomó al balcón de la Plaza de San Pedro y bromeó: “Sabéis que el deber del cónclave era dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo al fin del mundo. Pero aquí estamos”. El Pontífice fue durante más de una década el principal embajador del continente, donde los católicos copan la población mundial de fieles. Fue una voz de esperanza para millones de personas. “América Latina será víctima hasta que no se libere de imperialismos explotadores”, afirmó en una de sus últimas entrevistas. Viajó a Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Cuba, Estados Unidos, México, Colombia, Chile, Perú, Panamá, pero nunca encontró el momento oportuno para visitar su Argentina natal.Francisco dejó Buenos Aires en marzo de 2013 como obispo y jamás regresó como Papa. Pensaba que su presencia en Argentina solo traería más divisiones en un país fracturado por la crisis económica. Estaba atento al uso político que se hacía de su figura y prefirió mantenerse al margen. Su pasado peronista dio de comer a los opositores al Gobierno de Cristina Kirchner; se lo acusó de poner mala cara durante la visita de Mauricio Macri en el Vaticano; Alberto Fernández solía decir que el Papa lo inspiraba y lo citaba constantemente; la relación con Javier Milei, en tanto, fue por lo menos particular.Milei hizo campaña insultando a Francisco, al que consideraba un enemigo de su agenda ultraderechista. Lo llamaba “representante del maligno en la tierra”, “hijo de puta que predica el comunismo” y “sorete mal cagado”. Ganó las elecciones, pese a que jamás un político se había atrevido a tanto. En febrero de 2024, Milei llevaba menos de dos meses como presidente y viajó al Vaticano. El Papa lo recibió con un abrazo, como si nada hubiese pasado. Para Milei, el “maligno en la tierra” era ahora “el argentino más importante de la historia”. Pese al repentino cambio de opinión de Milei, Francisco no dejó de enviar mensajes más o menos explícitos hacia su país. En noviembre del año pasado, por ejemplo, lamentó que la policía argentina hubiese tirado gas pimenta a una niña durante una protesta frente al Congreso.Hasta el final de su vida, Francisco quiso volver a Argentina. En noviembre pasado, le dijo a un grupo de sindicalistas argentinos que había intentado hacerlo durante 2024, pero que su salud no se lo había permitido. A esas alturas, era ya evidente que no podría satisfacer su deseo.Amor por la AmazoníaUna de las últimas audiencias del papa Francisco en el Vaticano antes de ser hospitalizado, el viernes 14 de febrero, fue la ofrecida dos días antes a la primera dama de Brasil, Janja da Silva. La esposa del presidente Luiz Inácio lula da Silva colgó ese día un vídeo en Instagram en el que ambos hablan amigablemente. El tema de la conversación, la Alianza contra el Hambre y la Pobreza lanzada por Lula y abrazada por el G-20. “El Papa está bien. Se está recuperando. Ahora nosotros estamos rezando por su salud”, explicó ella tras relatar que Jorge Mario Bergoglio le había preguntado por los recientes problemas de salud de su marido y le había dicho que rezaba por él.El papa Francisco recorre las calles de Río de Janeiro. Mario Tama (Getty Images)Brasil ocupa un lugar especial en su pontificado, pero es sobre todo la Amazonia, que comparte con otros ochos países, la que estuvo a punto de tener un papel estelar en la historia de la Iglesia de Roma. Cerca estuvo de convertirse en laboratorio de un experimento revolucionario que no llegó a despegar. A instancias de los católicos amazónicos, Francisco aceptó debatir oficialmente —en el sínodo dedicado en 2019 a la Amazonia en el Vaticano— la posibilidad de ordenar a hombre casados como sacerdotes y a mujeres como diáconas. Sobre la mesa, el fin de un milenio de celibato.Pero la polémica fue tal que el Pontífice guardó la propuesta en un cajón al final del sínodo, que también abordó cómo proteger el el medio ambiente y a los indígenas.Vista general de la misa masiva en la playa de Copacabana, el 28 de julio del 2013. Mario Tama (Getty Images)El primer viaje internacional del jesuita argentino como Papa fue a Brasil, en julio de 2013. La Jornada Mundial de la Juventud lo trajo a uno de los países con más católicos del mundo, puesto que se disputa con Filipinas. “Dios quiso que mi primer viaje fuese a Brasil”, declaró al llegar. Entre los momentos importantes de aquel viaje a Río de Janeiro, la misa que ofició en la playa de Copacabana para tres millones de fieles y su crítica a la violencia policial: “¡Violencia, no! ¡Amor, sí! ¡Candelaria nunca más!”, proclamó en referencia a una matanza perpetrada en 1993 por varios uniformados que dispararon a decenas de chavales que dormían ante una iglesia carioca. Mataron a ocho.El Papa al que le dolía MéxicoFrancisco estaba preocupado por México, ¿cómo no estarlo si en el país la violencia deja alrededor de 30.000 muertos al año? “El diablo le tiene bronca a México”, declaró en la primavera de 2019, ante la escalada de crímenes que recibió al entonces presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien siempre manifestó públicamente admiración por el Pontífice argentino. Pero en sus años de gobierno la violencia no cesó y algunos sacerdotes cayeron a balazos. Sonado fue el asesinato de dos jesuitas, Javier Campos y Joaquín Mora, en la sierra Tarahumara (Chihuahua) en junio de 2022, baleados en el mismo templo cuando protegían a un hombre que escapaba de los pistoleros. Otro párroco, Marcelo Pérez, fue asesinado el pasado octubre en San Cristóbal de las Casas.Tanta violencia, que se cebaba también con los hombres de Dios, traía de cabeza a Francisco. En aquella entrevista a Televisa en la que culpó al diablo, el Papa aconsejó al presidente mexicano diálogo y pactos, aunque interrogado al detalle rechazó acuerdos con los narcotraficantes: “Me suena mal. Es como si yo, para ayudar a la evangelización de un país, pactara con el diablo, hay pactos que no se pueden hacer”, declaró. Pero lo cierto es que algunos pastores de su Iglesia han entablado conversaciones con los capos criminales en busca de treguas ante situaciones imposibles, como las que se vivían en algunas comunidades indígenas del Estado de Guerrero, todo el mundo bajo las balas.El papa Francisco frente a la imagen de la Virgen de Guadalupe, durante una misa celebrada en Ecatepec, Estado de México, el día 14 de febrero de 2016.Gregorio Borgia (AP)Al Papa, buen conocedor de América Latina, le dolía México y tenía razones para ello. No era por falta de devoción en este país, donde se celebra cada 12 de diciembre a la Virgen de Guadalupe con una peregrinación de millones de personas, la segunda más populosa después de La Meca, pero esta, de católicos. Sabedoras de ello, en las últimas elecciones, las dos candidatas presidenciales, la conservadora Xóchitl Gálvez y la progresista Claudia Sheinbaum, hoy presidenta, lo visitaron en Roma. El Pontífice fue cordial con ambas y equitativo a la hora de publicar las fotos, las dos a la vez.El recelo de los antichavistasEl brillo personal, la simpatía elocuente y la agudeza verbal del papa Francisco produjeron al principio una simpatía automática y una identificación natural de muchos venezolanos con el máximo representante de la jerarquía católica. En algunos sectores de la oposición existía la esperanza de que su origen argentino y su conocimiento de la realidad del país le permitirían defender la democracia y los derechos humanos en Venezuela. Sin embargo, tuvo varios incidentes que le impidieron entenderse fluidamente con los sectores antichavistas más radicales.El 24 de julio de 2016, Francisco recibió y dio bendiciones al presidente Nicolás Maduro en la Santa Sede, junto a su esposa, Cilia Flores, abogando en aquel entonces por “un diálogo sincero entre las partes”, que, en última instancia, evitara “el sufrimiento de tanta gente”. Ese episodio constituyó una puñalada emocional para muchos opositores. “El diálogo no resultó porque las propuestas no eran aceptadas y sé que ahora están insistiendo”, dijo Francisco el 30 de abril de 2017, mientras en el país era clausurada la Asamblea Nacional que entonces controlaba la oposición. Así explicó por qué no pudo intermediar como tanto se lo pedían en el país. Después de aquella tentativa fracasada de diálogo de 2017, el Papa se ha referido ocasionalmente a la tragedia venezolana en sus alocuciones, aunque evadiendo consideraciones políticas de fondo.Un abanderado de la paz en ColombiaEn Colombia, el país con la séptima población católica más numerosa del mundo, Francisco ha sido un soporte permanente de los esfuerzos de paz. En 2016, cuando el país se dividía por un plebiscito sobre el acuerdo entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, el Pontífice anunció que visitaría tierra colombiana si ganaba el sí. “Sobre el acuerdo de paz que se está haciendo en Colombia, le auguro lo mejor al presidente Santos, aunque será el pueblo colombiano el que dirá en el plebiscito sí o no a la paz”, dijo entonces.Misa del papa Francisco en la ciudad de Medellín, Colombia.FERNANDO BIZERRA JR. (EFE)El no ganó por una campaña llena de desinformación y un país muy polarizado. Y en septiembre del 2017, cuando la aplicación de ese pacto estaba en dificultades, visitó el país para apoyar el proceso de “reconciliación de la sociedad”. Y en 2023, durante el mandato de Gustavo Petro, pidió a los obispos colombianos apoyar todos los esfuerzos encaminados a la paz y la reconciliación. Colombia ve a Francisco como un abanderado de la paz en una nación que lleva más de 50 años con un conflicto armado interno en el que han muerto más de 200.000 personas.Abusos en ChileLa relación de Chile con el papa Francisco comenzó de mala manera. Su llegada venía a dar nuevos aires después del estallido en 2011 del caso Fernando Karadima, un sacerdote condenado por abusos a adolescentes y jóvenes de clase media acomodada de Santiago. En 2015, sin embargo, nombró obispo de Osorno a Juan Barros, que trabajó al lado de Karadima durante años y, según las víctimas, fue testigo presencial de los abusos. En una ocasión, cuando los feligreses de Osorno reclamaban la salida de Barros, el Papa dijo que estaban siendo “tontos”. “Piensen con la cabeza y no se dejen llevar de las narices de todos los zurdos, que son los que armaron la cosa”, respondió.En enero de 2018, el Papa visitó Chile. Desde su primer discurso en el palacio de La Moneda abordó el tema de los abusos: “No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza ante el daño irreparable causado a niños por parte de los ministros de Iglesia”. Sin embargo, el obispo Barros participó de algún evento. El tema marcó su gira, que tuvo un sabor agridulce para la Iglesia. De regreso en el Vaticano, y tras conocer los resultados de una investigación interna sobre la situación de la Iglesia chilena, el Papa envió una carta a la Conferencia Episcopal de Chile pidiendo perdón a todo el que pudiese haber ofendido y reconoció haber incurrido “en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”.Jóvenes observan el paso del papa Francisco por las calles de Lima, el 20 de enero de 2018. Anadolu (Getty Images)Ese mismo mes recibió en su residencia a tres víctimas de Karadima para disculparse personalmente y “escuchar su dolor”. En mayo se reunió con los obispos chilenos, y en un hecho inédito en Roma pusieron masivamente sus cargos a disposición del Papa como respuesta a los casos de abusos ocurridos en Chile. El obispo Barros renunció un par de meses después.“Los más vulnerables entre los vulnerables”Hacía treinta años que un Papa no visitaba Perú cuando, en 2018, Bergoglio viajó al país latinoamericano. Tres ciudades en cuatro días: Lima por ser la capital y la cuna de los santos peruanos; Trujillo, por su cercanía con los damnificados del fenómeno de El Niño Costero; y Puerto Maldonado, por ser el símbolo de la Amazonia. Fue en el Coliseo Regional Madre de Dios donde el obispo de Roma les estrechó la mano a los líderes de los pueblos indígenas. “Sabemos que son los más vulnerables entre los vulnerables”, dijo Francisco en su alocución. Pero donde realmente conmocionó a los fieles fue en la base aérea Las Palmas, en Lima, donde predicó el Evangelio ante más de un millón de personas, quienes en su mayoría acamparon desde la noche anterior para estar bien ubicados y recibir la bendición del Papa lo más cerca posible.Matrimonio igualitario en EcuadorLa primera vez que el papa Francisco pisó Quito fue el 5 de julio de 2015. Fue un acontecimiento de relevancia histórica. Cada uno de sus recorridos fue transmitido en directo y durante su estancia aprovechó para hacer declaraciones sobre los principales problemas sociales y económicos del país. Se refirió a la desigualdad, la pobreza y la necesidad de un desarrollo integral que incluyera a los más vulnerables. Uno de los temas que generó mayor controversia fueron sus declaraciones sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. Meses antes de que el Papa afirmara que “ser homosexual no es un delito, es una condición humana”, la jerarquía de la Iglesia católica en Ecuador había rechazado de plano la sentencia de la Corte Constitucional que aprobaba el matrimonio igualitario.Contra la dictadura de Ortega y MurilloNicaragua es quizás uno de los países con los que menos se mordió la lengua el papa Francisco. En marzo de 2023, con el obispo Rolando Álvarez —símbolo de la resistencia opositora— encarcelado, el pontífice cargó contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. “Es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35 (…) Son un tipo de dictaduras groseras”, declaró el Papa al portal Infobae. “Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige”, añadió.Ortega no tardó en responder y, un día después de que se hicieran públicas esas declaraciones, anunció la suspensión de relaciones con el Vaticano que para ese momento ya estaban profundamente dañadas. Desde que estallaron las protestas de 2018 en Nicaragua, la Iglesia se convirtió en refugio físico y moral para los nicaragüenses descontentos, y se puso en la diana del Gobierno. Ortega ha llegado a calificar a “los curas, los obispos y los papas” como una mafia, ha encarcelado y desterrado a decenas de sacerdotes, monjas y seminaristas, y hasta llegó a prohibir las procesiones de Semana Santa en 2023.Deshielo en CubaCuba es uno de los países latinoamericanos que el Papa Francisco visitó durante su pontificado. Fue en 2015, en una gira que también le llevó a Estados Unidos. El Vaticano fue clave en el proceso de deshielo que acercó brevemente a los dos viejos enemigos, y en la liberación de presos políticos. Antes de la llegada de Francisco, el Gobierno comunista indultó a 3.500 detenidos. Durante ese viaje, el Papa se reunió con los hermanos Fidel y Raúl Castro, y aunque se mostró comedido en sus declaraciones en la isla, dejó entrever una sutil crítica al sistema político cubano en la homilía de la misa que ofreció en la Plaza de la Revolución: “No se sirve a ideologías, se sirve a personas”, dijo el Pontífice entonces.Defensa de los inmigrantesEl papado de Francisco ha atravesado cuatro presidencias estadounidenses: la segunda de Barack Obama, la de Joe Biden y las dos de Donald Trump. Ante todos ellos, el Pontífice se ha mantenido firme en su compromiso de defender a los inmigrantes. En el caso de los demócratas Obama y Biden, fue algo que les unió. Obama, que le consideraba un “líder transformador”, le recibió en su primera y única visita a Estados Unidos en 2015. Biden le concedió la medalla presidencial de la libertad, la máxima condecoración civil del país, el pasado enero.El papa Francisco ofrece su bendición frente al muro fronterizo en Ciudad Juárez, México, el miércoles 17 de febrero de 2016. APPero con Trump, la inmigración ha sido el tema que ha abierto una brecha irrevocable entre los dos jefes de Estado. Ya en 2016, incluso antes de que el magnate llegara a la Casa Blanca, Francisco le acusó de no ser cristiano por pensar “solo en hacer muros”. “El Papa desearía y rezaría por que yo fuera presidente si el Vaticano fuera atacado por el Estado Islámico. Que un líder religioso cuestione la fe de una persona es vergonzoso”, le replicó Trump en aquella ocasión.Nueve años después, el Pontífice volvió a cargar contra la agenda migratoria del republicano. En una carta dirigida a los obispos estadounidenses y publicada el pasado 11 de febrero, Francisco se refirió al programa de deportaciones masivas del presidente y criticó la criminalización de migrantes. Esta vez Trump no le respondió directamente, sino que dejó que su zar de la frontera, Tom Homan, lo hiciera por él. “¿Quiere atacarnos por asegurar nuestra frontera? Tiene un muro alrededor del Vaticano, ¿o no?”, contraatacó.Con información de Federico Rivas Molina, Naiara Galarraga Gortázar, Antonia Laborde, Juan Esteban Lewin, Alonso Moleiro, Renzo Gómez Vega, Carolina Mella y Paola Nagovitch.

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