Roglic II de Cataluña, el Reconquistador. “¡The best, The best!”, le gritaba nada más cruzar la línea de meta su compañero del Bora, Giulio Pellizzari, al tiempo que le envolvía en un abrazo, anonadado por la gesta del esloveno. “¡Increíble, maravilloso!”, se sumaba Alexander Hajek, otro corredor del equipo. No se acababan los piropos ni los elogios para Primoz Roglic, que partió con un segundo de desventaja en la última etapa de la Volta y le sobraron 28, capaz de descascarillar al pelotón con una arrancada y fuga en solitario a 20 kilómetros de meta, una exhibición tan inesperada –por lo lejano del ataque- como furibunda, una auténtica oda al ciclismo.“La Volta es muy honesta, pero este año, sin las grandes motañas [se suspendieron por el fuerte viento]… Así que si quería ganar, tenía que hacer algo”, resolvió el esloveno antes de subirse al podio, lacónico y pragmático como siempre, aunque con una sonrisa de oreja a oreja, feliz por la gesta. No era para menos, el Rey pudo con el Príncipe Ayuso, que no tuvo piernas ni respuesta, que perdió el liderato para bajarse al segundo peldaño del podio.Amaneció en Barcelona con un sol radiante, sin una pizca de viento que volviera a poner en riesgo la etapa como en la jornada anterior, después de una cacicada del pelotón, renuente a correr lo estipulado, toda vez que unos cuantos y sin acuerdo gremial, también en contra de lo que habían acordado con la dirección de la carrera, decidieron que la noche se les echaría encima, que no tendrían tiempo para descansar tras el pertinente traslado. Etapa de 25 kilómetros y mañana será otro día. ¨Yo les hubiera mandado al hotel directamente y no les permitiría correr en las siguientes carreras”, protestaba un director deportivo de uno de los equipos participantes. “Es que habría que aplicar sanciones, quizá quitarles puntos”, decía otro. Un lamento, en cualquier caso, que se hizo extensivo en los dos corredores que se iban a disputar la general y el triunfo final en la etapa de clausura. “A Roglic le hubiera gustado correr con montañas, una etapa completa al menos, porque también le hubiese servido de preparación para el futuro”, resolvía Patxi Vila, jefe de equipo en el Bora. “A Juan también. Ahora está descansado, pero los demás también lo están”, ampliaba Paco Lluna, fisio de Ayuso. “Es que es una pena que la Volta se resuelva al sprint, una semana de competición que se ha quedado sin la etapa reina”, exponía Joxean Matxín, director deportivo del UAE. “Demasiado descafeinado”, añadía Vila; “y sacar hoy tiempo en una etapa de dos horas, cuando estos tíos pueden estar seis al máximo, es muy complicado”. Pero quedaban los tres sprints –dos volantes y el definitivo-, y quedaba mucha historia por escribir.Resulta que cuando llegó el autobús del Bora a la zona habilitada para los equipos junto a la salida, Roglic no estaba con el resto de sus compañeros. Pícaro y profesional, optó por subirse a un coche junto a uno de los mecánicos, y se fue temprano a inspeccionar el recorrido. “Me ha pedido que nos acercáramos a ver las dos zonas de las metas volantes, quería estudiar dónde arrancar, probar el ataque”, explicó el mecánico. Y pronto surtió efecto la estratagema. Bastaron 15 kilómetros, alcanzar el primer sprint en Viladecans, para que dos ciclistas del Bora arrancaran con fiereza, seguidos de Roglic. También de Ayuso. Pero la lanzadera del Bora, siempre con Denz al frente, se le atragantó al español, tercero al cruzar la bandera y ya sin el maillot de líder en beneficio de Roglic, que lo hizo en primera posición para ponerse con un segundo de ventaja. Pero, como en un partido de tenis, no sería la última manga ni la definitiva. Codo a codo, mano a mano, la rivalidad en su máxima expresión.Orgulloso y un punto gallardo, Ayuso no entiende de miedo ni de derrotas sin pelea. Por lo que en el segundo sprint, el intermedio y antes de comenzar las colinas de Montjuïc, tomó una curva por dentro y casi sin espacio, una maniobra complicada porque apenas había hueco y porque ya iba con la velocidad punta, piel de gallina y electricidad pura. Pero se salió airoso y con un cuerpo por delante, Usaint Bolt sobre ruedas cuando tocaba, laurel para él porque llegó el primero y su archienemigo lo hizo en tercera posición. De nuevo se calzaba y atusaba el maillot de líder, de nuevo con un segundo de ventaja sobre el esloveno. Quedaba el match ball.Ese que Roglic planteó a 20 kilómetros de meta para sorpresa del pelotón, al punto que Mas o Landa no estaban de la mano con el esloveno. Si estaba cerca Ayuso, pero ni con esas. Fue un ataque tremendo, de pie sobre la bici y sin mirar atrás, una arrancada de quemar rueda y una ascensión de quemar piernas, una de las que explica la grandeza del esloveno, competidor y completo como pocos, que por algo tiene cuatro Vueltas y un Giro, también la Volta de 2023. Así, aunque el resto pretendió igualar el arreón del esloveno, se contentó con admirarlo. Más que nada porque fue capaz de aguantar el tipo hasta el final, tanto en subida como en bajada, piñón grande y fijo, rodar infatigable, turbo sostenido. Lo intentaron Van Eetvelt (Lotto) y De Plus (Ineos), pero se quedaron con las ganas y con el podio del día. El de la Volta lo completó Enric Mas, que acabó por delante de Mikel Landa. Y poco más se supo de Ayuso, que perdió lo ganado. Y eso que hace un par de días, disimulo el suyo, el esloveno decía que no tenía piernas, que estaba muy lejos de los triunfos. “Roglic es mucho Roglic”, respondía Matxín con sinceridad y cierta sorna, sin entrar en el juego del gato y el ratón. “A veces no se da cuenta de lo bueno que es”, le escudaba Vila. Tanto, que reconquistó Cataluña.

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