Volver a empezar. Ese es el objetivo que se ha marcado Chiara Ferragni (Cremona, Italia, 37 años) para estos primeros meses de año. Después de vivir una de las crisis de reputación más comentadas tras el escándalo Pandoro Gate —la venta de unos bizcochos navideños con falsos fines benéficos que la llevarán a juicio por estafa—, la creadora de contenido y empresaria italiana quiere renacer de sus cenizas y reconstruir el imperio millonario creado sobre su imagen. El primer paso ya lo ha dado: ha recuperado el control del 99% de las acciones de Fenice Srl, la sociedad que gestiona la firma que lleva su nombre. Tal y como ella misma ha contado en su perfil de Instagram —donde acumula 28,5 millones de seguidores—, desde este martes 29 de abril es la accionista mayoritaria de la empresa de moda, joyas y maquillaje que fundó en 2013 y que cuenta con más de 300 puntos de venta y dos tiendas físicas en Roma y Milán. “Hoy quiero contarles algo: me he convertido por primera vez en accionista mayoritaria de la marca Chiara Ferragni. No es solo una cuestión de cuotas o porcentajes: es un comienzo”, escribe en una publicación que en apenas 24 horas acumula más de 188.000 Me gusta. Más información“Esta decisión es un paso concreto. He elegido recuperar mi historia, sin delegar, sin pretender que todo está bien cuando no es así. Es asumir el peso y la belleza de liderar, decidir, cambiar. Es tener la libertad, por primera vez, de llevar adelante mi marca y mi nombre. No quiero contar un cuento de hadas, los cuentos de hadas no existen. Pero sé que estoy intentando construir algo nuevo con esfuerzo, claridad y responsabilidad”, continúa el comunicado en el que afirma que asume toda la responsabilidad para intentar reflotar una marca que tras los escándalos de los últimos años no ha dejado de acumular pérdidas. La facturación de 2024 de Fenice —compañía que gestiona sus negocios—se desplomó a menos de dos millones, con unas pérdidas acumuladas de unos 10,2 millones de euros desde el inicio de la investigación de la fiscalía italiana, según informaron el pasado mes de marzo medios como Il Corriere della Sera y la agencia Efe, puesto que la información no es de dominio público porque la empresa no cotiza en Bolsa. Ferragni añade en su nuevo mensaje: “No les hablaré de un renacimiento perfecto, ni siquiera puedo experimentarlo. Les contaré la realidad: hecha de altibajos, imperfecta. Este es el único punto desde el que puedo empezar de nuevo”. Antes de este movimiento, Ferragni poseía el 32,5% del capital, mientras que las acciones restantes estaban divididas entre dos socios: Paolo Barletta, que tenía el 40%, y Pasquale Morgese, con el 27,5%. Se trata de una operación que se ha estado fraguando a fuego lento en los últimos meses. En octubre de 2024, el periódico italiano Il Corriere della Sera publicó que el primero de ellos había manifestado su deseo de vender su parte a la influencer. Con el segundo no han faltado los roces, tanto que el pasado mes de marzo votó en contra de la recapitalización de Fenice y contra los presupuestos. Pero gracias a los votos de Ferragni y Barletta se aprobó una ampliación de capital de 6,4 millones de euros. Ahora que ha recuperado el control de sus empresas y de su vida tras su separación del rapero italiano Fedez, solo le queda recuperar la reputación pérdida. Considerada como una de las figuras más influyentes de las redes sociales a nivel mundial, en la cima de la popularidad contaba con más de 30 millones de seguidores. Después de que el Pandoro Gate estallase, este número se redujo en más de dos millones y también perdió contratos publicitarios. Poco a poco parece ir reconquistando a nuevos usuarios, aunque es consciente de que no va a ser fácil volver a ganarse el cariño ni la credibilidad de las redes. Chiara Ferragni en los premios Goya, el 8 de febrero de 2025, en Granada. 797/DAVID / Cordon PressAunque la normalidad aún no puede volver del todo: el próximo 23 de septiembre Ferragni hará frente a la primera audiencia del juicio por fraude agravado. La fiscalía de Milán sostiene que la marca Balocco vendió los pandoros con el logotipo de Ferragni a más de nueve euros (el triple del precio habitual), asegurando que los ingresos serían donados íntegramente al hospital Regina Margherita de Turín. Sin embargo, se conoció que esta donación ya se había realizado previamente y, por tanto, no dependía del número de ventas del típico dulce navideño. Finalmente, la creadora de contenido logró llegar a un acuerdo con las asociaciones de consumidores que la habían demandado, según el cual iba a donar 200.000 euros a favor de una entidad elegida de común acuerdo, y también se le impuso una multa de un millón de euros, pero la fiscalía mantuvo su acusación y continúa imputada por promoción engañosa con supuestos fines benéficos. Este proceso judicial llegó en un momento convulso de su vida personal. Muy poco después del escándalo, se hizo pública la ruptura de su hasta entonces marido y padre de sus dos hijos. “No dije nada, incluso cuando me dejaron de un día para otro en un periodo de dificultad, cuando luchaba por levantarme de la cama. He oído decir que lo había echado de casa, pero nunca se dijo que lo eché de casa después de descubrir una traición en esos mismos días”, expuso ella públicamente el pasado mes de enero en Instagram, cuando se supo de una infidelidad de él durante sus años de relación, que se remontaba incluso hasta el mismo día de su lujosa y mediática boda. Actualmente, la relación entre ambos es inexistente después de llegar a un acuerdo de divorcio en noviembre. Pese a tener dos hijos en común, el exmatrimonio ha continuado enviándose indirectas y acusaciones públicamente.

Chiara Ferragni toma el control de su marca tras su crisis de reputación: “He elegido recuperar mi historia” | Gente
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