De visita por Yucatán, Claudia Sheinbaum aprovechó sus discursos de fin de semana ante la población para responder a las previsiones más pesimistas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que en días pasados vaticinó una contracción de la actividad del 0,3% para este año y que la deuda alcanzará el 60,7% del PIB. “Esa es su visión, no han entendido que en México ha llegado la Cuarta Transformación y se han acabado la corrupción y los privilegios. Los recursos del pueblo se le regresan al pueblo”, dijo en Progreso, donde inauguraba las obras del Tren Maya de carga. El conflicto arancelario que mantiene Donald Trump con México, su principal socio comercial, ha llevado al FMI a rebajar las previsiones de crecimiento de la economía mexicana, el mayor recorte de todas las grandes economías mundiales. El organismo rebaja su previsión de crecimiento en 1,7 puntos y prevé una contracción del PIB del 0,3% este año, de un 0,6% para 2026. El Fondo augura “una actividad más débil de lo esperado a finales de 2024 y principios de 2025, así como el impacto de los aranceles impuestos por Estados Unidos, la incertidumbre asociada y las tensiones geopolíticas, y un endurecimiento de las condiciones de financiación”.Sheinbaum ha sacado pecho contra estas previsiones y también contra Estados Unidos por sus campañas contra la migración: “En nuestra relación con Estados Unidos, México no es piñata de nadie. Que se dediquen a hablar de su país, que bastantes problemas tienen”, ha dicho en alusión a las drogas y a varios procesos electorales que se celebrarán en algunos Estados el año que viene. “Que no utilicen a México para hacer campaña, porque México les da muchas clases a Estados Unidos en muchas cosas, en valores, en ética, en desarrollo, en muchas”, ha señalado la presidenta. A pesar de la cautela con que Sheinbaum está llevando las negociaciones con Trump para eludir en lo posible la amenaza de los aranceles, el recurso al nacionalismo y la soberanía mexicanos es una veta que está explotando la mandataria para meterse al pueblo en el bolsillo. Y le está dando resultados, también con la oposición, que ante el enemigo común ha optado por un perfil comedido. En sus giras por el país los fines de semana, la presidenta se permite un discurso más mitinero y de confrontación que en el Palacio Nacional. Aunque el asunto de la migración y la propaganda discriminatoria de la Administración trumpista le sirve para sacar partido en política interna en todos los escenarios. Fuera de los mítines, sin embargo, la guerra arancelaria pasará factura a México, al menos en el corto plazo, aunque los golpes de timón del estadounidense no permiten previsiones certeras. Por ahora, México está afrontando aranceles del 25% al acero y el aluminio y otro tanto para los productos que exporte a Estados Unidos al margen del tratado comercial de América del Norte, el TMEC. Pero cada mañana hay un sobresalto. Un día la amenaza se cierne sobre los tomates y otro serán los aguacates. Trump ha condicionado sus castigos económicos al progreso que demuestre México en la lucha contra los carteles del narcotráfico, especialmente en lo que a fentanilo se refiere, y al freno a la migración, dos de los grandes problemas que comparte la frontera. Sheinbaum trata de calmar al vecino del norte mientras, en paralelo, ha trazado un plan empresarial que trata de aumentar la producción mexicana y su destino al mercado doméstico para ir reduciendo la dependencia de las importaciones que mantienen con terceros países. En esta visita por la península yucateca anunció un plan de autosuficiencia para la leche, por ejemplo. Lo mismo que persigue para el sector industrial. En tierras yucatecas, la presidenta, como ya hiciera su antecesor, recordó el potencial de México, “un país único y extraordinario”, haciendo referencia a antiguas culturas como la maya y ensalzando los valores que de ellas, dice, se derivaron hasta los días actuales.

Sheinbaum responde al FMI que México no se endeudará: “No entienden que está la 4T”
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