Según datos del Instituto Nacional de Estadística, más de una de cada cuatro personas fallecidas en España en 2023 lo hizo a consecuencia de enfermedades del sistema circulatorio, que se cobran en total alrededor de 120.000 vidas cada año. Según un artículo de opinión publicado a principios de marzo en la prestigiosa revista científica The BMJ, miles de esas muertes podrían prevenirse. ¿Cómo? Instaurando el ofrecimiento a todos los ciudadanos mayores de 50 años —aunque muchos de ellos no entren en lo que podría considerarse población de riesgo— de una polipíldora que combina una estatina y tres medicamentos para reducir la presión arterial.Los autores del artículo, tres profesores de epidemiología y medicina preventiva del University College London y de la Universidad de Birmingham, solicitaban encarecidamente al sistema de salud británico la adopción de esta medida que, según sus estimaciones, con que solo aceptasen un 8% de las personas mayores 50 ya ofrecería un beneficio de salud mayor que los sistemas de control y cribado actuales. Los investigadores sostenían su petición basándose en dos argumentos. Por un lado, que las complejas herramientas de predicción de riesgos no son eficaces y podrían estar dejando fuera a muchas potenciales víctimas. “La mayoría de los infartos y derrames cerebrales ocurren en personas con niveles de riesgo promedio”, apuntan. Por otro, que se trata de una estrategia “sencilla, eficaz y económica”, ya que los medicamentos que incluye la polipíldora ya no tienen patente y tienen efectos secundarios mínimos.Más información“Más que una medicalización de un amplio sector de la población, un programa de polipíldora es una estrategia preventiva diseñada para evitar que una persona se convierta en paciente. Puede compararse con programas de salud pública como la vacunación, la reducción de la sal en los alimentos y la adición de ácido fólico a la harina”, afirma en una nota de prensa uno de los autores, Nicholas Wald, que ya en 2003 empezó a estudiar la eficacia de la polipíldora como herramienta preventiva primaria.El cardiólogo Valentín Fuster es director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) de Madrid y uno de los mayores expertos del mundo en el área de la medicina preventiva cardiovascular. Y explica: “Creo en el concepto de Wald y se le ha de felicitar. Pero yo sigo pensando que dar una polipíldora simplemente para prevenir a personas que, por ejemplo, no tienen ni colesterol elevado, ni presión arterial alta, es atacar a un sistema que no necesariamente está enfermo. Si hace veinte años ya se planteó y no ha salido adelante, habrá que preguntarse por qué”, sostiene Para Fuster, de hecho, la simple idea de implantar una polipíldora para prevenir la enfermedad “es absurda”: “Pero es la realidad del mundo en el que vivimos. Lo ideal sería que la gente se cuidara y no tuviera enfermedad”.Su opinión la comparte Armando Oterino, vocal de la Asociación de Cardiología Preventiva de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), que considera que la base, antes de la instauración de la polipíldora o de cualquier otra terapia farmacológica, debería pasar por controlar los factores de riesgo con medidas higiénico-dietéticas (ejercicio físico, dieta mediterránea, dejar de fumar…).: “Yo soy partidario de construir la casa por la base, no por el tejado. Antes de cualquier medicamento, las primeras medidas que nos recomiendan todas las guías son las medidas higiénico-dietéticas. Y si esas medidas fracasan o el riesgo está por encima de un determinado valor, hay que prescribir la medicación con la mayor simpleza en cuanto a posología, eso sí, para mejorar la adherencia”, argumenta.A esto, el cardiólogo del Hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres añade la importancia de identificar correctamente los factores de riesgo de todos los pacientes. “Controlar los triglicéridos y el colesterol LDL, controlar la tensión, el tabaco, todo eso son factores de riesgo. Y todo eso lo podemos cribar con herramientas y con escalas que nos van a permitir determinar el riesgo de cada paciente y tomar medidas adecuadas. ¿Qué se puede mejorar en este campo? Seguro, y eso nos permitirá adelantarnos y salvar vidas”, añade.Polipíldora sí para pacientes con antecedentesEn 2022, el equipo del doctor Valentín Fuster publicó en New England Journal of Medicine un estudio que concluía que una polipíldora que incluye aspirina, atorvastatina y ramipril podría constituir un enfoque simple para la prevención secundaria y las complicaciones tras un infarto de miocardio. Según los resultados del estudio, esta polipíldora diseñada por el propio Fuster, reducía en un 33% las muertes cardiovasculares en pacientes infartados, gracias fundamentalmente a la mejora de la adherencia de los pacientes, algo esencial tras sufrir un infarto agudo de miocardio, ya que el aumento de la adherencia implica un tratamiento más prolongado y, por tanto, un menor riesgo de sufrir eventos cardiovasculares. Al final, como añade Armando Oterino, es más fácil conseguir que un paciente se tome una pastilla, que se tome tres. De hecho, según el experto, las cifras de adherencia a las estatinas, los fármacos de referencia para mantener bajo control el colesterol, apenas alcanzan el 50%.Hoy la polipíldora de Fuster y el CNIC ya ha sido aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), está disponible en 30 países y está intentando conseguir la aprobación de la FDA, la agencia del medicamento de EE UU. No solo eso, en 2023 la Organización Mundial de la Salud la incluyó en su lista de medicamentos esenciales, donde figuran los fármacos que todo sistema de salud debe tener disponibles. “Que te diga la OMS que tu fármaco es una medicación esencial, es la cosa más potente que puedes conseguir en el ámbito farmacéutico y de la elaboración de fármacos”, apunta Fuster,El cardiólogo destaca también el hecho de que la polipíldora, que en principio fue diseñada para pacientes que ya han padecido un accidente cardiovascular, ya empieza a ser indicada en las guías clínicas de entidades como la Sociedad Europea de Cardiología para el tratamiento de enfermos coronarios que tengan una baja adherencia a la medicación, independientemente de que hayan sufrido un infarto o no.“Para mí el futuro de la polipíldora en prevención primaria es difícil, siempre lo he dicho. Por eso nosotros nos lanzamos a la prevención secundaria”, afirma el director del CNIC. El tiempo parece haberle dado la razón. El 11 de marzo, a petición la revista Nature Cardiovascular Research, el cardiólogo firmaba un artículo sobre el viaje de su polipíldora desde su concepción en 2007 hasta ser reconocida como un medicamento esencial por la OMS en 2023. “Hace quince años, iniciamos el desarrollo de una polipíldora para la prevención secundaria como un medio para mejorar la accesibilidad al tratamiento y la adherencia. A pesar de numerosos desafíos, la polipíldora ha pasado de ser una mera discusión conceptual a convertirse en una opción terapéutica tangible, respaldada por una base científica sólida, que podría elevar significativamente los estándares de la atención preventiva cardiovascular a nivel mundial”, concluye en su artículo Fuster.

Vuelve la ‘polipíldora’: ¿Se podría dar una pastilla a todos los mayores de 50 años para prevenir las enfermedades cardiovasculares? | Salud y bienestar
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