En Getafe, a falta de diez minutos, el Atlético de Madrid ganaba 0-1 y terminó perdiendo; ante el Real Madrid había igualado la eliminatoria de octavos de final de la Champions League antes de que se cumpliera el minuto uno del partido de vuelta y cayó en los penaltis; y contra el Barcelona ganaba 2-0 y en los últimos 20 minutos encajó cuatro goles. Los instantes finales, de los que tanto rédito había sacado en el devenir de la temporada, han configurado una semana negra en la que el Atlético se ha despedido de la Champions y sus posibilidades de ganar la Liga se han reducido a ganar nueve o diez de los partidos que restan y esperar una doble pájara de Barça y Madrid. La Copa es ahora la gran esperanza.Para un equipo que durante la era de Diego Pablo Simeone ha presumido de gestionar los marcadores a favor como pocos equipos en el mundo, está siendo duro asimilar que perdió los tres encuentros cuando lo tenía todo para ganar. Y más cuando ante Madrid y Barça se jugó a lo que quiso imponer Simeone, la defensa y el contragolpe. Ambos conceptos bien interpretados por sus futbolistas. Si ante el Madrid faltó contundencia arriba para ampliar la ventaja, contra el Barça se desmoronó con meros centros laterales. “Hay que asumir la realidad. El equipo está dando el máximo de lo que tenemos”, concluía Simeone con la voz quebrada.El Atlético tuvo esos tres partidos trascendentales en su mano y los tres se le escaparon en una mezcla de detalles que van desde la mala defensa de centros frontales en Getafe, el infortunio y la injusticia que jugadores, entrenador y club consideran que fueron el resbalón y la posterior anulación del penalti de Julián Alvarez, y la fragilidad defensiva y mental exhibida tras el gol de Lewandowski después de 70 minutos en los que controló bien al equipo de Flick y le hizo daño al contragolpe.Cuando Sorloth marcó el 2-0, Simeone esbozó una sonrisa que describía a un entrenador que en su fuero interno pensaba que, viendo cómo su equipo estaba defendiendo, la derrota era una quimera imposible de producirse en 20 minutos. “Nos pusimos en ventaja con un resultado muy bueno que no duró nada. El 2-1 movió la energía de ellos y la inseguridad nuestra”, lamentó Simeone.Carencias y Griezmann“No defendimos bien el saque de centro del 2-0 para estar fuertes. Lewandowski metió un golazo y nos llevó a ese escenario de duda, ellos son buenos, juegan muy bien y tienen futbolistas de mucha categoría. Competimos”, zanjó el preparador argentino, que también hizo un ejercicio de autocrítica: “Tenía que meter a Giménez antes de que sacaran del medio. Sacaron y marcaron. Nos pusimos a hablar y llegó el segundo gol”.Marcos Llorente también apuntó al gol de Lewandowski y la debilidad mental que destapó en el conjunto rojiblanco. “Que te dure un minuto esa ventaja es una mierda. Esto es un juego de cabeza y ellos han apretado”, analizó el polivalente centrocampista, que también aludió al desgaste físico: “Nos ha pesado el partido del miércoles. Hemos bajado al final”.La exigencia, sobre todo la que imponen Madrid y Barça, también ha destapado carencias. El equipo necesita un lateral zurdo y un centrocampista de banda izquierda. Carreras (Benfica) gusta y Alex Baena (Villarreal) es una prioridad. Pero también es significativa la lógica decadencia física de Griezmann (34 años) a la hora de correr los contragolpes. En contraposición a Julián Alvarez, donde el argentino no duda en hacer conducciones verticales en solitario, el francés se para. La ley del fútbol empieza a dictar que ya está más para detalles con los que marcar la diferencia que para dar un rendimiento continuo.

La semana negra de la era Simeone | Fútbol | Deportes
Shares: